Modo noche

La teoría metabólica («Cancer as a metabolic disease»)

He aquí uno de los libros en los que me sumergí tras mi diagnóstico: Cancer as a Metabolic Disease o («el cáncer como enfermedad metabólica») del Dr. Thomas Seyfried. Profesor de biología y genética en las universidades de Boston y Yale, en su haber se acumulan más de veinticinco años de investigación y cerca de 150 artículos científicos publicados, la inmensa mayoría relacionados con la carcinogénesis. Así que si alguien puede disertar con conocimiento de causa y esclarecer con todo detalle la recóndita biología de las células cancerosas, es él. Sin embargo, no te proporcionará curas milagrosas ni ilusiones vacuas a las que aferrarte, sino PURA CIENCIA… y la esperanza de que las desafortunadas terapias oncológicas actuales sean pronto un sombrío recuerdo del pasado.

Tal como el mismo Seyfried expresa sin pudor alguno, le invade un rotundo cabreo cuando se enfrenta al muro infranqueable que ha erigido el paradigma oncológico actual, cuyo dogma (que ya parece haber adquirido el estatus de verdad indiscutible) dictamina que el cáncer es básicamente una enfermedad genética. Vamos, que su etiopatogenia puede igualarse holgadamente a la simple y llana mala suerte. Y a pesar de que cada año se destinan más y más millones a escrutar posibles curas, la enfermedad dista varios meridianos de haber sido remotamente conquistada (por no decir siquiera comprendida), lo que se traduce ineludiblemente en unas alarmantes estadísticas al alza. Y desgraciadamente, cada día decenas de miles de luchadores agotados tiran la toalla tras una aterradora batalla desigual.

¿Buscas información sobre el potencial de la dieta cetogénica como herramienta terapéutica contra el cáncer?

En el capítulo 11 de la Keto-maratón (de acceso libre para todo aquel que quiera informarse sobre el keto para el cáncer) me lanzo a sintetizar sus últimas inmersiones en el confuso mundo de la nutrición oncológica.

Te lo incluyo aquí también.

¿O quizás te resulta más cómodo escucharlo?

 

¿O quieres descargarte la transcripción referenciada?

¡Ojalá te ayude en tu búsqueda!

En Cáncer: la sorprendente verdad (de Travis Christofferson), describo un poquito la historia del gran Otto Warburg y las circunstancias (e intereses creados) que condujeron a la concepción del origen genético del cáncer que impera en el paradigma actual. Dicho esto, baste mencionar que si la investigación de la enfermedad hubiera prestado la atención que merece la apreciación que Warburg postuló ya en 1924 de que las células cancerosas comparten ciertos defectos en sus mitocondrias que les impiden llevar a cabo eficientemente el ciclo de respiración celular (el llamado Efecto Warburg), quizás durante el pasado siglo se habrían desarrollado terapias metabólicas eficaces y yo habría podido conocer a mi abuela materna y conservar mi útero.

La investigación actual destina sus colosales recursos a secuenciar mutaciones genéticas (que son distintas en cada célula cancerosa, tanto de los luchadores humanos como de los millardos de animales de laboratorio que han dado su vida por la causa – a los que desde aquí quisiera enviar mi más profundo agradecimiento y suplicar perdón), en lugar de focalizar su atención en aquello que comparten hasta la fecha todas las células tumorales: su preferencia por la combustión de glucosa en oposición a la de oxígeno. Las mutaciones genéticas podrían no ser la causa, sino una mera consecuencia del caos subsiguiente a un desorden metabólico mitocondrial.

Cada día sale a la luz más evidencia de que ciertas terapias inocuas (como la restricción calórica y la dieta cetogénica combinada con cámaras de oxígeno hiperbárico) podrían sentar las bases de una futura cura metabólica para el cáncer que no aumente la ya descomunal desazón con la que deben lidiar los luchadores. No me malinterpretes, nadie dice que la dieta cetogénica cure el cáncer, pero sí se ha demostrado eficaz para detener su avance y disminuir considerablemente su progresión en una vasta cantidad de tumores sin los funestos efectos secundarios de la quimio y/o la radioterapia. La remota posibilidad de que esta aproximación concluya en una esperanza real para los luchadores presentes y futuros la convierte en una senda por la que bien vale la pena aventurarse.

Eso sí, tal como cabría esperar de un ensayo sobre la biología del cáncer, este libro requiere que el lector posea cierto conocimiento de metabolismo celular o grandes dosis de motivación, curiosidad y afán por aprenderlo. No es un libro de cabecera. Es un tratado científico en el que no se escatima en detalles ni en referencias. No recomendaría su adquisición (además es considerablemente caro) ni su lectura, por ejemplo, a mis afables vecinas (que, para que te hagas una idea, curiosamente recuerdan a las tías de Cary Grant en «Arsénico por Compasión»). Eso sí, si eres médico (especialmente oncólogo/a por supuesto) y/o no te amedrentas por algo de bioquímica y fisiología celular, por favor, léelo.

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Y no me queda más que lanzar mi sincera súplica a todo aquel que intervenga en la medicina terapéutica y/o investigación oncológica. Recupera por un momento aquel espíritu crítico que te hizo plantear si tenía sentido que los reyes magos visitasen todas las casas del mundo en una noche. Rescata a aquel recién licenciado lleno de ilusiones que quería pasar a la historia por haber descubierto por fin una cura para el cáncer. Dedica tan solo unas horas de tu tiempo a conocer la evidencia científica que pone en entredicho la teoría de la mutación somática y después juzga, tal como ha hecho el impávido Dr. Seyfried. Gracias a valientes como él, espero que pronto las soluciones que la oncología actual nos brinda a los enfermos de cáncer (que son básicamente las mutilaciones quirúrgicas, la radiación y la quimioterapia), se relegarán, junto a las sangrías y las trepanaciones, al cajón de las barbaridades que también un día fueron lo mejor que la ciencia médica podía ofrecer.

Para mi útero ya es tarde, igual que para incontables luchadores que lamentablemente ya perdieron la batalla, pero quizás entre todos podríamos alentar un pequeño cambio de rumbo que nos permita dejar de temblar ante la mera pronunciación de la palabra cáncer (y a mí asistir a la ceremonia de entrega del Nobel a mi preciosa ahijada dentro de treinta años). En nuestra mano está.

Por si pudiera ayudar, aquí te dejo un ejemplo de menú semanal anti-cáncer.

¿Te acompaño? 

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Tú decides cuándo y cómo empezar a mimarte. 

4 Comentarios

  1. Mª CARMEN

    Un beso muy grande para ti, que también eres muy grande, y otro para la futura premio nobel

  2. Inesuka

    Y otro para ti!!! Hala, besos para todos, que nos los merecemos a «puñaos»!!! 🙂

  3. NEFER SANZ

    Acabo de caer en tu web x casualidad, buscando una receta para la santa masa de la quiche, por cierto, fantastica , gracias, me la quedo forever… mas q razonable.
    Estoy maravillada, tienes una gracia… en el resto de las webs me voy directa a los ingredients, tus comments son «orito molido».
    A mi me apasiona este tema, he leido todos los libros q mencionas sobre el cancer , tripping over the truth, cancer metabolic disaise… y la verdad es q es alarmante como esta gente se les tacha de curanderos. Julio Basulto q esta ahora en el candelero, hace publica asercion de q ninguna dieta hace nada en un cancer ya diagnosticado… Y hombre… curar, curar, no… pero deberia format parte de cualquier abordaje. La info de los oncologos es pobrisima. Mi cuñado le quitaron un Timor y cuando trade de decirle q investigase estos temas una biologa Amiga suya le hablo de q homeopatia. Predicar en el desierto…

    En fin, que en compensación a las risas q me he echado leyendo los comments de tu recipes, permiteme dos recomendaciones:

    El documental «cancer y civilizaciòn» del biologo cubano Ernesto Prieto Gratacos. Director del lavoratorio terapia metabolica contra el cancer en Argentina. Es un crack y ademas de habla hispana, q poniendonos en ese nivel cientifico se agradece… echale un vistazo a su web encontraras cosas interesantes.
    La segunda, recetas, yo tambien hago una dieta los carb con ayunos y cetosis, y echo de menos cosas q honestamente… No se pueden imitar… El arroz de coliflor no me gusta… No es arroz… aunque no descarto comprar tu libro a ver si consigo algo mas logrado. Yo he descubierto que es mejor sustituto el celariac ( en España apionabo). Si lo cortas tamaño arroz y lo cocinas tipo risoto… mejora muchisimo. Sin ser paella…. pero si te apetece explorar… es mejor q la colifror para preparar una pseudopaella o pseudorisottto.

    No encontrado la manera de suscribieme a tus publicaciones… pero te sigo en Instagram.

    Un abrazo.

    1. Inesuka

      Hola Nefer!! Ooooh! Tengo que probar el apionabo ese!!! Lo cierto es que tengo la inmensa suerte de que me gusta la coliflor, pero no es lo mismo, no 🙄
      Sí, me mata que no se tenga en cuenta que realmente la nutrición puede ayudar. Estoy haciendo un postgrado en nutrición y oncología y te aseguro que se me cae el alma a los pies… Solo se centran en evitar la desnutrición y recomiendan enriquecer las tomas con leche en polvo para aumentar el aporte proteico y calórico – imagina mi desazón! Pero bueno, nadie dijo que sería fácil.
      Buscaré el documental! Un abrazo y muchas gracias por leerme*!!

      (*) La verdad es que en el libro no encontrarás nada que no esté en el blog 😊

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Inesuka

Inesuka

Nutricionista, psicóloga y keto coach apasionada (además de feliz superviviente de cáncer, domadora de lupus, insulinorresistente con síndrome de ovario poliquístico y ex-gorda-depresiva-polimedicada).

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